Me siento estafada, traicionada, y desbordada. Literal. En estos dias oscuros y frios, trato de cuidar lo que como para que no me pase como a las otras alemanas, que llegan a la Navidad rodando. Y estuve en la Reformhaus (que sería en la argentina como una mezcla de dietetica, herboristeria y semilleria , pero sin la presencia de las inmensas bolsas de cereales, porotos y el olor asqueroso a comida para animales que impregna la mayoria de las semillerias de nuestro pais y que cualquiera confundiria con olor a caca de conejito) y No compré chocolate. No compré mazapan. No compre nueces almendras avellanas, manies en sus diferentes presentaciones, todas exquisiteces. No. Compré galletas de arroz inflado con yogur (jodete por tilinga me diran, talvez con razon), seis galletitas, dos euros, pero bueno. Venia caminando por la calle, Weihnachtmarkt (mercado de navidad) con su olorcito a vino tibio (glühwein : con especias y azucar, rico!), a spekulatius (unas galletitas con jenjibre y manteca), a lebkuchen (otras galletitas con chocolate y mermelada de cerezas) o sea, venia totalmente tentada. Y me como una galletita de las de arroz, Me como otra galletita..otra, otra, otra, total, eran maiz inflado, no? Llego a mi casa, me propongo reciclar el papelito de las galletitas, pues me las habia comido a todas y leo (encima en español, ninguna duda): Cada porcion aporta 81 kcal. Las seis galletitas hediondas me habian sumado 486 kilocalorias!!! El doble que un bifecito. casi dos huevos fritos con pan! tres porciones de pizza!. (No tengo otra ahora mas que mate, manzanas y una sopita el resto del dia para que me entre el pantalon que me compre para el cumpleaños de mi hermana.Tambien yo me lo compre XS, es que el S ya me quedaba grande, me resbalaba en el cancan.) Despues, leyendo bien el papelito, el famoso "yogur" que recubria la galletita era yogur con manteca de cacao, aceites hidrogenados vegetales y leche en polvo: chocolate blanco!!!
diez segundos despues de escrito este blog, en la television española escuchaba la noticia de una mujer que habia matado a su hijito de un mes metiendolo en el microondas. Se me terminó el apetito. Por una semana. Es más, se me ha terminado la alegría y la confianza en la condición humana.